El Pasaje de la Paz y su errática realidad

Pasaje_de_la_Paz A ojos de cualquier extranjero, probablemente nada extraño ocurre… Pero si para los que no lo somos, pasar por allí hace algo retumbe en nuestras pupilas. Depende de tu grado de tolerancia, pero lo cierto es que «pasaje» se escribe con j y no g. Así que de manera más o menos  indignada, a cualquiera que pasa por allí, le dan ganas de coger una escalera, para superar el arco quitar esa g y colocar una j.

Pasage de la Paz, suena mal. Y es incluso molesto a la vista. Esto es lo que hace que cualquier persona con un mínimo de conocimientos ortográficos y gramaticales, se irrite.

Pero esto no es algo nuevo, eh. La errática lleva presente desde la segunda mitad del siglo XX. Quizá por la influencia francófona. Quizá porque el castella permite una gran maleabilidad (que no es flexibilidad), por aquellas fechas «pasage» no sonaba tan mal, y hasta podría decirse que era común.; avisamos que el de la Paz no es el único «pasage» de Barcelona.

Hablemos de la historia del Pasage de la Paz

La culminación de las negociaciones de paz entre carlistas e isabelistas se denominó el Abrazo de Vergara. Con un abrazo en Oñate entre Espartero y Maroto se firmó la paz en 1839. Pero se firmó entre una falsa sonrisa que dibijaba una auténtica pantomima que sirvió de pluma para escribir el nombre de un pasaje en Barcelona.

3 años más tarde, un 3 de diciembre de 1842, Espartero ordenó bombardear Barcelona. 1014 bombas cayeron sobre la ciudad, 465 edificios afectados por las explosiones y entre 20 y 30 muertos.
Así explotó la traición que se podía entrever en las sonrisas…

No fue necesario otro tratado, no más pantomimas. La ciudad se rindió.
Y ahí quedó el pasaje de la Paz, con la errática grabada recordando la ironía de su historia y de su nombre, Paz; un nombre mancillado tres años después de hacerse sellado.